31 mar 2014

Consideraciones con respecto al amor

Durante aquellos años nos acostumbramos al fracaso. No solo nosotros, también todos mis cercanos, mi hermano, Lucas, Diego, Luis, Dani, David, Noa, Cris. Éramos un magma de cuerpos flotando por las habitaciones, flotando del mismo modo que flota la decepción por una casa donde se ha escuchado decir adiós. Flotábamos entre el desamor o ¿era al revés? Tal vez era el desamor quien flotaba a nuestro alrededor, quien abrió sus alas y sobrevolaba nuestras vidas mirándonos como un halcón mira a su presa, sabedor de su victoria. De sus garras no escapa nadie y ahí estábamos todos, sujetos a las uñas del desamor, viendo pasar las promesas, recogiendo las buenas intenciones como papeles tirados del suelo, sin tiempo suficiente para barrer la suciedad que dejó el pasado. Recuerdo que era igual para todos, que nos acostumbramos al fracaso y nos dábamos consejos los unos a los otros y también recordé entonces aquella frase de Jodorowsky que decía que si te estás ahogando, no le pidas ayuda a alguien que ya está ahogado, y todo era raro y con un aire grotesco mirado desde esa perspectiva. El caso es que éramos una gran manada, éramos los sin rumbo, teníamos la frente llena de portazos, el corazón rodando por los bares y la desilusión no era solo una palabra de 4 sílabas sino la ciudad donde todos nos habíamos quedado a vivir, vecinos de un barrio hecho de puntos suspensivos.

Lo grande de todo esto es que a todos nos sirvió aquella época gris de preguntas y espirales. De un modo u otro aprendimos a buscar de otra manera, aprendimos que quien solo busca intensidad está perdido, porque a veces la intensidad te la ofrece un cuerpo que cae junto al tuyo y es preferible encontrar un cuerpo con el que ascender, o que te ayude al menos al aterrizaje y viceversa. Tardamos en conseguirlo pero todos, mis amigos, mis cercanos, incluso yo, aprendimos a caminar más lento, dejamos de pelearnos con nosotros mismos, dejamos de exigir garantías que tampoco nosotros ofrecíamos, huimos del cortoplacismo, retorcimos el cuello a la pasión infantil que nos mostraban las películas, llevamos a la prisa a una estación y cambiamos de paso. Esto trajo tropiezos, aún nos tropezamos de vez en cuando, porque es muy difícil ser uno y empezar ser otro y ser para siempre otro diferente y más cuando el cambio consiste en modificar un sueño tan profundo como el de una pasión del tamaño del universo, que nunca para, que nunca mengua. A menudo todo el mundo quiere darse el gusto de ser uno y no otro, y volver, por una vez, a ser inconsciente y a vivir deprisa aunque sea por un rato, solo un rato. Pero esto es breve como una noche de fiesta y hay que volver a ser otro, y trabajar día a día para cambiar las líneas de las manos y romperle la ropa a la rutina, tolerar la intermitencia de las cosas que te elevan y aceptar (o tal vez conformarse) con un vaso de pasión en lugar de con una pasión a chorros. Porque aquellos chorros se secaban de golpe tras quitarte la sed y lo intermitente de lo que hablamos es mucho más llevadero cuando no hay un abismo entre el encendido y el apagado.


Y ahora estamos aquí, en este país donde vamos conociendo un amor más verdadero, más duradero, más auténtico porque se basa en lo vivido, en lo construido y no en lo fabulado. Y qué queréis que os diga, a veces echo de menos aquellas brutales noches de incendio de las que hablaba la canción de Love of lesbian pero cuando la veo a mi lado noche tras noche, me sonrío para adentro y pienso que aunque a veces el amor no es constante realmente soy un tipo con suerte.

3 comentarios:

Venus dijo...

Me encanta lo que escribes, Marwan. Eres como mi subconsciente al escribir siempre lo que siento pero no sé como expresar, simplemente el mejor.

sinparaguas dijo...

Desde una vida cargada de brutales noches de incendio (aunque sin love of lesbian) me alegro de saber que en medio de todas estas tormentas, un día se termina sonriendo al mirar a alguien.

Todo llega supongo.

Yo por ahora me quedo con esta vida sin bomberos y, claro también, sin nadie a mi lado.

Me gusta mucho leerte.

Un saludo

Aneah dijo...

Aunque ahora mismo, flotando entre el primer y segundo párrafo, observe el mundo desde un caleidoscopio incendiario, voy entendiendo lo de ralentizar el paso...haya o no un tercer párrafo esperando a la vuelta alguna esquina.

Gracias por compartir emociones.